En torno a los acontecimientos del 2 de octubre de 1968, incluyo en éste blog el -aún vibrante- relato de mi buen amigo y colega, Dr. Alfredo cuellar, quien da fiel testimonio de los hechos desde los ojos de su memoria. Muchas gracias Alfredo, por compartirlo.


Fresno, California

Octubre 2, 2008

Hoy se cumplen 40 años de que estuve a punto de morir. Fue en la Cd. de México, en la tristemente célebre: Matanza de Tlatelolco.

En la manifestación cuando empezaba a caer el sol, un helicóptero de dos que sobrevolaban por sobre los manifestantes dió unas dos vueltas y lanzó una luz de bengala verde (quizá dos).

En segundos los disparos comenzaron. No había para donde correr a esconderse o cubrirse.

Quizá por mi experiencia con armas en el rancho donde crecí durante mi niñez y adolescencia, instintivamente me tiré al suelo. A los que corrieron les fue peor.

La balacera duró, 10, 15 o 20 minutos, no se, pero parecía ¡una eternidad!

Los tiros se apagaron. Esporádicamente se oían uno, dos, o tres disparos, unos lejos y otros menos lejos.

Los gritos y gemidos que siempre se oyeron, pero no se percibían por el estruendo de los disparos, el pánico, o la adrenalina que circulaba en todos, ahora se escuchaban llenando el ambiente. Era como un ruido sordo de lamentos en coro, a momento distorsionado por uno o dos gritos que se destacaban del coro y el volumen predominante. Se oían voces de "párate cabrón" les decían a los que corrían, o "allá va uno..."

Inmóvil, yo sentía el adoquín de la plaza en mi mejilla y sentía en mis manos sangre caliente que bordeaba mi cuerpo. Con la mayor discreción me unté sangre con la mano en mi cara para fingirme muerto, pues los soldados recogían a los heridos que se quejaban y a heridos vivos que no se quejaban. Se oía "este ta' pero bien muerto, déjalo".

No se cuanto había pasado, pero también por instinto, me levanté y no dejé de correr. Sentía al correr mi tenis izquierdo lleno de agua. Hacía un "splash, splash" con cada tranco que daba al correr.

Entré al cine Olimpia en la Avenida Aquiles Serdán sin pagar boleto, solo corrí adentro del cine sin que nadie me detuviera. Entré corriendo y sin parar, estaba agotado. Se oían sirenas por todos lados de diferente intensidad, también como en concierto. Me senté, creo que era una película de Antonio "Tony" Aguilar.

Todavía estaba jadeando cuando entró un muchacho ensangrentado, se paró en el frente del cine teniendo detrás a la pantalla, y gritó con una voz que se le acababa. "Dicen que nosotros los estudiantes somos los provocadores, vayan a ver en la Plaza de Tlatelolco, a los cuerpos, a la sangre, el ejército nos ha acribillado..." hubo un silencio, se interrumpió la función y el muchacho desapareció (me imagino que salió por una puerta de emergencia). En segundos, llegó un pelotón de soldados y nos sacaron a todos. Pasé frente a un soldado, pero o no vió la sangre que escurría de mi pierna izquierda y que había tornado, el pants azul rey que llevaba a un color marrón morado, o hizo como que no me vió. Salimos del cine y corrí a un trolebús. Entré sin pagar, nadie me dijo nada. Los choferes estaban acostumbrados a que se subían estudiantes sin pagar para dar mini-discursos de información "al pueblo". Me senté mero atrás. Seguía jadeando, fue entonces cuando me dí cuenta que me habían herido, con un rozón de bala que se llevó parte del pants, parte de la piel, y parte del músculo de la rodilla izquierda. (Por años guardé ese pants). Horas mas tarde, un médico particular en la Colonia Jardín Balbuena me daba ocho puntadas. Temíamos ir a hospitales o cruz roja, por que creíamos que había ahí agentes, por tanto fui a un médico particular que por cierto no me cobró, solo dijo: “yo también soy estudiante en la UNAM”.

Hoy, hace 40 años.

Dr. Alfredo Cuéllar
Chair ERA


Dr. Alfredo Cuellar
Dean of the Division of
Behavioral and Social Science
IMPERIAL VALLEY COLLEGE
(760) 355 6463
alfredo.cuellar@imperial.edu

No hay comentarios:

Publicar un comentario